The eraser
Ya sabíamos que Radiohead llevaban un tiempo intimando con la electrónica, y que lo habían hecho con resultados extraordinarios, como se puede comprobar en sus últimos discos -sobre todo en 'Kid A' y 'Amnesiac'-.
También sabíamos que el grupo terminó agotado tras el año y medio largo de giras y conciertos durante el período que siguió al lanzamiento del que hasta ahora es su último trabajo, 'Hail to the thief', y que debido a ello han estado retrasando los trabajos de preparación y grabación de su próximo disco.
Es por ésto que, al conocer hace unos meses la próxima salida -10 de julio- al mercado de 'The eraser', el que sería el primer disco en solitario de Thom Yorke (a la sazón cantante, compositor, instrumentista y alma mater de los arriba mencionados), me sobrevino un sentimiento de escéptica indiferencia: ¿no sería una manera de matar el gusanillo sin ofrecer nada verdaderamente perdurable y con alma?
Con está poca disposición me acerqué al Media Markt, donde desconocían por completo al muchacho. Fue en una pequeña tienda del centro, llena de inencontrables joyas de música, donde me ofrecieron comprar el disco en su edición en vinilo en lugar del habitual cedé, ya que en este formato se encontraba agotado. Seguí el consejo, y ahora escribo este post mientras el plato giradiscos hace sonar este maravilloso trabajo, en el que se demuestra que el uso de sonidos electrónicos no está reñido con el logro de los más cálidos, sentidos e íntimos momentos de la música popular actual.
Con está poca disposición me acerqué al Media Markt, donde desconocían por completo al muchacho. Fue en una pequeña tienda del centro, llena de inencontrables joyas de música, donde me ofrecieron comprar el disco en su edición en vinilo en lugar del habitual cedé, ya que en este formato se encontraba agotado. Seguí el consejo, y ahora escribo este post mientras el plato giradiscos hace sonar este maravilloso trabajo, en el que se demuestra que el uso de sonidos electrónicos no está reñido con el logro de los más cálidos, sentidos e íntimos momentos de la música popular actual.
Desde los acompasados primeros acordes de piano del primer corte (nunca mejor dicho) que da título al álbum, hasta el crepúsculo imaginario de "Cymbal Rush", pasando por la simple y maravillosa melodía de "Atoms for peace" soportada por una lejanísima línea de órgano y una melodía repetitiva pero simpática de notas de sintetizador; o por la hipnótica "Black swan", con una preciosa línea de bajo de redondo sonido. Por nombrar sólo unas pocas.
No es un disco de fácil comprensión, y es de los que crece con cada escucha. Creo que va a ser la banda sonora del mes. El problema ahora es que se me raye.
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